Historia de Villapalacios. Personajes.

Informe de 1829 sobre la mano incorrupta (o no) del Hermano Francisco del Niño Jesús

La curia eclesiástica de Valencia encargó al médico y catedrático Manuel Pizcueta un minucioso estudio sobre el estado de conservación de esta parte del cuerpo del villapalacense fallecido hacía 225 años, para determinar si había síntomas de divinidad.

 

 

Por José Ángel Montañés Bermúdez. 16 de julio de 2024.

 

 

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Grabado del siglo XVIII que representa al Hermano Francisco del Niño Jesús joven. Pertenece al fondo de la Biblioteca Nacional de España y se le ve con sus manos en posición de oración. / BNE.

 

 

r Francisco Pascual Sánchez, más conocido como Hermano Francisco del Niño Jesus, nació en Villapalacios en 1544 y falleció en Madrid en 1604.

Este villapalacense, perteneciente a una familia acomodada de esta población del siglo XVI, no podía pensar que tendría una vida tan intensa y movida, si se tiene en cuenta las pocas luces que tenía, según resaltaban las personas que le conocieron, incluido su padre Mateo Pasqual. Es lo que escribió José de Jesús María en su Historia de la Vida y virtudes del venerable Hermano Fray Francisco del Niño Jesús, religioso de la orden de los Descalzos de nuestra señora del Carmen; un libro publicado en Uclés en 1624, que se convirtió en un superventas de la época, tras alcanzar varias ediciones y traducciones, al francés, al italiano y al alemán y ser un referente de todo lo publicado luego sobre el Hermano Francisco:

Francisco mostró en su niñez tan corto caudal que para ninguna cosa tenía habilidad ni talento. Y era tan rustico y grosero así en la persona como en el hablar y en todas sus acciones que sus padres se afligían de verle, juzgándole por tonto y sin entendimiento porque nada que le mandaban acertaban a hacer y todo lo que le ponía en las manos o lo quebraba o daba mala cuenta de ello, aun para guardar unas ovejuelas que tenía el padre no tenía habilidad.

 

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Detalle de un grabado de 1760 del Hermano Francisco del Niño Jesús.

 

 

Por un asunto luctuoso -mató con una piedra lanzada por una honda a un guarda de sierra de la ciudad de Alcaraz- Francisco Pascual abandonó Villapalacios cuando tenía unos 23 años, comenzando un periplo que le llevaría por diferentes ciudades y lugares:

Primero a Alcalá de Henares, donde estuvo más 23 años limpiando y cuidando enfermos en el hospital de Antezana. En 1598, tras ordenarse carmelita y adoptar el nombre de Francisco del Niño Jesús, se trasladó a vivir a Madrid, al convento de San Hermenegildo, y, alrededor de 1600 viaja a Valencia, donde tenía en esos momentos la corte Felipe III y Margarita de Austria y era arzobispo el patriarca Juan de Ribera que lo acogió y protegió. Después de dos años, pasó una temporada a un lugar cercano a Pastrana, en Guadalajara, obligado por sus superiores de la orden ante el revuelo que causaba la presencia del «santo de Alcalá, Madrid y Valencia», al que todo el mundo quería ver y poder tener un trozo de su capa, que el arrancaban, literalmente, a trozos.

Tras su regreso a Madrid, falleció el 26 de diciembre de 1604 a los 60 años en el convento carmelita de San Hermenegildo, donde fue enterrado, después de exponer su cadáver durante cinco días, «en un nicho abierto en la pared, en la capilla de madre Santa Teresa». En las ciudades de Alcalá de Henares y de Valencia también se celebraron ceremonias en su honor.

Pero la fama de milagroso que alcanzó en vida hizo que su cuerpo no estuviera tranquilo tras fallecer y que sus restos tampoco pararan quietos un momento. Veamos:  

A los tres meses de ser enterrado, ya en 1605, Juan de Ribera, patriarca de Valencia, que lo había protegido durante su estancia en esta ciudad, pidió parte del cuerpo para que se lo enviaran allí; en concreto una mano. Desde Alcalá de Henares solicitaron la otra, por considerar que la mayor parte de su vida la había pasado allí, como enfermero. Mientras que los del convento de San Hermenegildo de Madrid no querían desprenderse del cuerpo de ese ilustre personaje.

Tras consultarlo con los más doctos de la iglesia, se decidió mandar la mano derecha a Valencia. Juan de Ribera, tras recibirla, la metió en un relicario de plata y la entregó al seminario fundado por él, donde estuvo hasta que desapareció durante la Guerra Civil.

 

 

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La Virgen mostrando a su hijo al hermano Francisco del Niño Jesús, de Francisco Ribalta. Lienzo, 1,56x1,00. Ayuntamiento de Cocentaina. Depósito del Museo de Bellas Artes de Valencia. En la parte superior izquierda aparecen unos pobres intentándole arrancar la túnica. -- A la derecha, Retrato del hermano Francisco del Niño Jesús, de Juan de Sariñena, 1605. Óleo sobre lienzo, 122x112 cm, que se conserva en el Ayuntamiento de Valencia.

 

 

Alcalá de Henares recibió gran parte de su cuerpo que fue depositado en la iglesia del Colegio de San Cirilo. No sin antes protegerlo ya que los del hospital de Antezana lo querían para ellos alegando que eran ellos los que tenían que acogerlos. Años más tarde estos carmelitas descalzos dieron las reliquias a sus compañeras de órden, las carmelitas descalzas del corpus Christi de Alcalá de Henares. Unos restos que fueron esparcidos por el huerto de la comunidad también durante la Guerra Civil.

En cuanto a los restos que quedaron en San Hermenegildo, pasaron en 1836 a las carmelitas descalzas de Santa Ana y San José de Madrid, de donde también desaparecieron durante el conflicto bélico que se desencadenó en 1936 tras el golpe de estado de Francisco Franco.

En 1605, poco tiempo después de fallecer, su amigo Juan de Ribera comenzó su proceso de beatificación. En 1769 Francisco Pascual, el Hermano Francisco del Niño Jesús, fue declarado Venerable por el papa Clemente XIII.

 

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Gran parte de todo lo anterior ya lo sabíamos y ha sido recogido en varias publicaciones nuestras: en esta misma web y en uno de los capítulos del libro Entre espadas y crucifijos. Cuatro personajes de la historia de la España del siglo XVI vinculados con Villapalacios (Albacete), publicado en agosto de 2022 en el que se repasa la biografía de Rodrigo Manrique de Lara, Jerónimo de Aliaga Ramirez y Luis Manrique de Lara y el Hermano Francisco del Niño Jesús, personajes que nacieron, vivieron o murieron en Villapalacios en el siglo XVI, que protagonizaron importantes hechos e influyeron en personajes de la talla del emperador Carlos V, su hijo Felipe II, Santa Teresa de Jesús y el conquistador Francisco Pizarro, entre otros.

Dentro del proceso de elevar a los altares al Hermano Francisco del Niño Jesús tiene sentido un informe que acabamos de conocer y que es inédito dentro de la biografía del villapalacense:

La curia eclesiástica de Valencia pidió en 1829 un minucioso estudio sobre «el estado de conservación de la mano derecha» de Francisco, que había conseguido, recordemos, Juan de Ribera para esa ciudad tras morir en 1604. La idea era poder determinar si esta reliquia del Hermano Francisco se había mantenido incorrupta y si eso había ocurrido por algún tipo de «causa sobrenatural», con el fin de poder «reconocer dicha circunstancia virtud superior digna de admiración». Todo, para determinar si había inervenido «virtud divina o, lo que suele decirse comúnmente, milagrosa», según se lee en el informe.

La incorruptibilidad de un cuerpo se asocia, dentro de la mística religiosa, especialmente en las iglesias católicas y ortodoxas, a los efectos de esta intervención divina. Los cuerpos considerados incorruptibles a menudo se asocian con figuras religiosas como santos y beatos. La percepción de la incorruptibilidad como signo de santidad es ampliamente compartida por los seguidores de estas religiones; un fenómeno que los creyentes consideran, directamente, un milagro y por lo tanto, que en quien se obra, están tocados por la gracia divina, siendo un pasaporte seguro para alcanzar la santidad.

Por eso, determinar si la mano derecha de Francisco se había mantenido intacta más de dos siglos, era crucial para poder seguir este proceso de llevarlo a los altares que se había iniciado unas décadas antes.

El estudio se encargó a Manuel Pizcueta, médico, que fue presidente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Valencia y decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia entre 1802 y 1832, que tras su minuciosa observación emitió un informe a la curia con sus conclusiones. Un texto que ahora hemos conocido por aparecer en un famoso portal de venta de artículos en internet, junto con otra documentación de Pizcueta, como un lote de unas 60 cartas recibidas por este catedrático, entre 1761 y 1830, además de otras cartas y misivas personales suyas.  

 

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Este es un extracto de dicho informe y las principales conclusiones que emitió Pizcueta tras su minuciosa, «escrupulosa» y, un tanto fría observación y descripción de la mano de nuestro venerable.

Pizcueta comienza por el dorso de esta mano que se conservaba, aseguraba, en una «arquita» en el Real Colegio de Corpus Christi de Valencia. Y escribe que «se observa entera desde la muñeca hasta la extremidad con todos los ligamentos comunes, articulaciones, firmes de los cinco dedos, lo cuales quedan una posición recta con alguna curvatura hacia la parta anterior o de la palma».

De forma muy explicita y fría, como se espera de un científico, el experto asegura que hay «presencia de carnes, tendones […], todas las uñas integras, guardando su unión y cohesión regular, y una conformación natural, a excepción del color, que se va al de castaño o moreno».

Y por la parte de la palma, asegura, «se ve respectivamente casi lo mismo, con la diferencia que las llamas de los dedos se hallan hendidas y arrugadas».

Pese a esta apariencia y descripción tan exacta de la mano, que parecería casi increíble, para los restos de una persona que llevaba 225 años muerto, Pizcueta, tras una disertación en la que escribe que para considerar que hay algo divino o milagroso podría verse «cuando el cadáver o alguna de sus partes permanece sin padecer o haber padecido corrupción alguna ni aun la desecación, y se conserva entera como cuando fue de vida», concluye que:

Esto no se ve en la mano del V. H. Francisco del Niño Jesús, pues se conoce, que ha sufrido alguna corrupción en la palma, y en la parte anterior de la segunda falange del dedo pulgar.

Pese a eso, reconoce en su escrito el médico podría haber sido peor, ya que: «la cual no continuó en el resto de la mano, por carecer de tanta humedad, efecto de la menor abundancia de carnes contribuyendo a impedir este progreso la falta de comunicación con el aire atmosférico y del calor, custodiándose envuelta en la arqueta».

Por todo lo anterior, concluye:

Que la conservación de la mano del V. Siervo de Dios H. Francisco del Niño Jesús, que se me ha puesto de manifiesto es conforme a lo común y ordinaria de varias partes de cuerpos humanos en iguales o semejantes circunstancias, y por consiguiente no arguye cosa digna de admiración, ni se efecto de causa sobrenatural.

 

Y los firmó en Valencia, el 12 de junio de 1829.

 

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r REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
:

-. FRAY HELIODORO DEL NIÑO JESÚS (1969). Apóstol y Limosnero. Venerable Hermano Francisco del Niño Jesús. Ávila.

-. GÓMEZ GARCÍA, Gonzalo (2004). Fray Francisco del Niño Jesús, experiencia de Dios aplicada a los pobres. Revista de Espiritualidad, número 253. Madrid, 2004.

-. IGNACIO DEL NIÑO JESÚS (1806). Compendio histórico de la vida del Venerable Hermano Francisco del Niño Jesús, religioso de la orden de los descalzos de nuestra señora del Carmen. Valencia.

-. JOSÉ DE JESÚS MARÍA (1624). Historia de la vida y virtudes del venerable Hermano Fray Francisco del Niño Jesús, religioso de la Orden de los Descalzos de Nuestra Señora del Carmen. Uclés (Cuenca).

-. MONTAÑÉS BERMÚDEZ, José Ángel (2022). Entre espadas y crucifijos. Cuatro personajes de la historia de la España del siglo XVI vinculados con Villapalacios (Albacete). Págs. 131-142.

-. ROSSI, Teresa M. (1985). La presencia de Santa Teresa y de la Reforma carmelitana en la Biblioteca Barberini. Revista de filología románica, 3, págs. 257-274. Para este trabajo se ha consultado el ejemplar de la Biblioteca Nacional de Catalunya. Reserva 1678-8.00



 

 

 

 

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